El diputado radical sostiene que "hay un divorcio entre los políticos y la sociedad". Habla de un "fin de ciclo" y reniega de las posibles fórmulas cruzadas en Juntos por el Cambio. Sobre el Gobierno, no duda: "Es un desastre".
Por Ramiro Melucci
“Nunca me fui”, responde Facundo Manes cuando se le insinúa que en el verano pareció estar afuera de la cancha, del lote de presidenciables. El neurólogo pide que no lo tomen como un político, sino “como un médico, un científico, un educador y un ciudadano que se comprometió”.
El diputado radical jura que no se “metió” en política para “tener los vicios de la política”. Afirma que “hay un divorcio entre los políticos y la sociedad” y aclara que “lo que está en juego no es unir a la izquierda o a la derecha”, sino “unir a los argentinos”.
“He visto el sistema de adentro y he comprobado que está podrido. En el sentido de que la política se ha convertido un fin en sí mismo, no en una misión de servir a la sociedad. Lo que no puede lograr este sistema corrupto y decadente es quitarnos el sueño de un país mejor”, reflexiona.
–¿Qué hizo durante el verano?
–Me moví en diciembre y en enero como me moví toda mi vida. Me fui a África para una reunión médica que me pidió la asociación de Alzheimer de Estados Unidos para educar a países africanos en temas de memoria; después me fui a Inglaterra por una conferencia con un economista y me fui de vacaciones con mi familia, sin fotógrafo. Entenderme a mí con la mirada de la política clásica es un error. Pero no es mío, es de los demás.
–Mientras tanto, los candidatos del PRO, como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, acapararon casi toda la atención. ¿Por qué cree que tendría chances?
–Primero, porque yo veo un fin de ciclo con una dirigencia que no pudo dar bienestar en los últimos 40 años de democracia. Tuvimos democracia, pero no prosperidad, desarrollo y bienestar. Hay un fin de ciclo con esa dirigencia con esa experiencia en la decadencia, y hay que entrar en otra experiencia, que es la de progresar, la de sentirnos parte de la modernidad, de la revolución educativa, científica y tecnológica que necesita Argentina. Creo que la sociedad ya entendió esto. Hay un quiebre de época y creo que la gente que representa lo nuevo va a tener un gran impacto en la política argentina este año.
–¿Considera apresurado el lanzamiento de Larreta? Incluso ya ha mostrado una sociedad con Gerardo Morales.
–Lo que veo apresuradas son las disputas de egos. Argentina tiene la bioeconomía, un potencial enorme sumado a la minería sustentable, a las energías, a la industria del conocimiento, al turismo receptivo, de lo que Mar del Plata es un ejemplo. Estos temas y otros son claves para el desarrollo integral de la Argentina, pero el debate es entre egos y estrategias personales, en vez de ser un debate del plan país. Yo voy a hablar del plan país, del plan de desarrollo, y por ahí no tendré rating en un principio, pero estoy seguro que tendré rating el día de las elecciones.
–Daba la sensación de que estaba más lejos de Mauricio Macri. Sin embargo, se reunió con él.
–Nunca perdí el diálogo, siempre estuve en diálogo con el ex presidente Macri. Ha sido una buena y constructiva reunión. A mí me parece que en la coalición opositora debemos dialogar para encontrar la mejor manera de que nuestras diferencias, que las tenemos, no se conviertan en descalificaciones, sino que sirvan para elaborar una mejor alternativa a este gobierno que es un desastre. En otras palabras: nuestras diferencias son menores frente al desafío de reconstruir una nación y de ver cómo hacemos para ver no solo cómo tenemos prosperidad económica, sino cómo desarrollarnos de una vez por todas. No se trata de ninguna excepción. Siempre tuve diálogo con cada uno de los dirigentes de los partidos que integran la coalición opositora. En este caso se trató del líder del PRO con un diputado radical que en la última elección fue votado por 1.300.000 personas; es decir, con un grado significativo de representación. El estaba por viajar y quedamos en conversar. Yo soy nuevo en la política, no tengo fracasos a mis espaldas, sino esperanzas y proyectos. Pretendo, y se lo planteé al ex presidente, representar a los desilusionados de los gobiernos anteriores de una manera constructiva, sin descalificar y convocando a todos los que están dispuestos a trabajar por un país del que no queremos irnos.
–¿Cuál es su diagnóstico del país?
–Es un país sin estrategia, sin plan, a la deriva. Hay una elite política profesional, una corporación que está divorciada de la sociedad. Hoy no hay en la Argentina un proyecto de país. No alcanza con emparchar. Nosotros queremos representar una alternativa al fracaso de la experiencia del Frente de Todos y también a la frustración del gobierno del PRO. La Argentina no admite la continuidad de políticas públicas que no dieron resultado por el facilismo económico, que ignora la necesidad de la sostenibilidad social y económica, y el populismo político, que arrasa con la República. También representamos una superación a la idea simple y falsa de que alcanza con un cambio de presidente. No creo que sea suficiente. Hay que ser sinceros, no tenemos que negar la magnitud del desafío que tenemos, y tenemos que convocar a una gesta nacional, como fue la del 83 para la inauguración democrática; ahora para la inauguración del camino al desarrollo. El intento de remover a la Corte Suprema de Justicia es letal para la certidumbre. ¿Quién va a invertir en la Argentina con este grado de incertidumbre? La Argentina necesita confianza, políticas a largo plazo y mayor productividad. Los líderes que necesitamos son líderes que unan, no que dividan; líderes que lideren con esperanza, no con miedo.
Soy nuevo en la política, no tengo fracasos a mis espaldas, sino esperanzas y proyectos. Pretendo, y se lo planteé al ex presidente, representar a los desilusionados de los gobiernos anteriores de una manera constructiva, sin descalificar
–¿Cree, como algunos dirigentes de Juntos por el Cambio, que debería haber un acercamiento con Milei?
–La alianza tiene que ser por programas, por ideas, por ejes. No puede ser por personas. Las alianzas por personas terminan mal. Nosotros estamos trabajando en un proyecto alternativo de gobierno representando a diversos sectores políticos, argentinos frustrados, desilusionados con el Gobierno, pero también con experiencias anteriores, y estamos tratando de constituir un espacio como lo hicimos en el 21 en la provincia de Buenos Aires. Un espacio político con ideas nuevas, jóvenes y adultos que no se resignan a la decadencia y al subdesarrollo. Creemos que es el momento de constituir una fuerza novedosa, que tenga claridad respecto a la gravedad de la situación y al modo en que saldremos de ella. En pocas años hemos ido y venido entre visiones políticas y económicas y fracasamos. Fuimos del estado al mercado y otra vez al estado sin que los problemas se resolvieran, sino agravados. Gobiernos de distinto signo ideológico tropezaron con el mismo problema: inflación, falta de reservas, inseguridad, pobreza, y ahora aparecen recetas mágicas que prometen cambiar todo de raíz, utopías libertarias o manos duras, y tenemos la convicción de que no será más populismo o quemando instituciones económicas, con shocks que provoquen más sufrimientos y apelaciones genéricas a superar la división entre los políticos como saldremos adelante. Hay que proponerle otra cosa a los argentinos, y yo veo mucha gente que quiere discutir el desarrollo, una educación acorde al siglo XXI, discutir la seguridad en serio, no con parches; cómo lograr la estabilidad económica con consensos políticos, la calidad institucional. Y en eso estamos nosotros, no en el populismo de izquierda o de derecha.
–Las coaliciones en la Argentina se forman para ganar elecciones y después no logran el objetivo de gobernar en conjunto. ¿No cree que eso debería cambiar para que le vaya mejor al país?
Coincido. Tiene que haber un debate de programas, de ejes, de ideas. Las fórmulas cruzadas esconden la falta de vocación de liderazgo que tienen algunos dirigentes en Juntos por el Cambio. Es la excusa para seguir siendo acompañantes del PRO en el radicalismo. No es cierto que aseguren cohesión. Si no, recordemos la historia: De la Rúa-Chacho Álvarez; Cristina-Cobos, Alberto-Cristina. La cohesión la da un programa, reglas respetadas y liderazgos.
–Qué le pareció el discurso de Alberto Fernández en la inauguración de las sesiones del Congreso?
–Un discurso de otro país, distinto al que vivo yo. En vez de convocar a trabajar juntos, a trabajar sobre ideas, dividió más en la última parte atacando a la Justicia, a la oposición. Hizo todo lo contrario a lo que debe hacer un presidente en este momento de incertidumbre: generar confianza, convocar al diálogo, discutir ideas. El Presidente perdió la última oportunidad que tenía para convertirse en alguien que no fue en sus tres años y medio de gobierno.
–¿Se califica como un dirigente “antigrieta”?
–Para mí, la grieta es la corporación y la sociedad. La verdad que hoy hay una elite política, profesional, una corporación que no quiere que nada cambie. Y la política se ha convertido en un negocio cuando debería ser un servicio. Siempre los mismos haciendo las mismas cosas; siempre los mismos que dicen defender a la gente y lo que hacen es buscar el poder de espaldas a la necesidad de la sociedad. Eso es podredumbre. Y de eso debemos librarnos si queremos que la Argentina progrese y los argentinos vuelvan a creer en la dirigencia. Ahí está la grieta: entre la sociedad y una dirigencia que busca privilegios.
Tenemos la convicción de que no será más populismo o quemando instituciones económicas, con shocks que provoquen más sufrimientos y apelaciones genéricas a superar la división entre los políticos como saldremos adelante.
–¿Cómo ve lo que está sucediendo en Rosario?
–Es muy preocupante. Estuve con a mi amigo (Pablo) Javkin. Estamos en medio de una tragedia y necesitamos una voluntad política del gobierno nacional que no existe para resolver los problemas. El intendente Javkin está dando una batalla muy desigual con un gobierno nacional y provincial que lo abandonó. Hay que desarticular una pandilla de narcotraficantes. También de la policía corrupta y de políticos corruptos. Hubo 10 jefes policiales en tres años y el Gobierno está en otra cosa. Estamos en la decadencia mientras el Gobierno, como hizo el Presidente en el Congreso, se habla a sí mismo. ¿Dónde están los derechos humanos de la gente de Rosario? Tenemos populismo en seguridad y eso lo vemos en Rosario; populismo económico y lo vemos en la inflación y en la gente trabajando y siendo pobre; populismo energético con cortes en medio país. Nunca vi una contradicción tan gran. Hablan de estado presente y lo que tenemos es un estado totalmente ausente.
¿Hay solución para la inflación?
La inflación es un síntoma, y la interpretación de cuáles son sus causas es un territorio de disputas en la Argentina. Algunos economistas, sobre todos los liberales, dicen que la solución es reducir el déficit fiscal y la emisión monetaria. Los más vinculados al peronismo sostienen que el aumento de los precios está vinculado a los problemas que tiene la Argentina para generar divisas. El resultado de esa divergencia de diagnóstico es parte del problema. Cada vez que asume un gobierno intenta una nueva receta, muchas veces a contramano de lo que se viene haciendo. La falta de acuerdos sostenidos en el mediano y largo plazo es el principal inconveniente que debe sortear el sistema político para encontrar una salida a la inflación. Más allá de quién impulse la convocatoria, que nosotros vamos a impulsar, es hora de que todo el sistema político argentino entienda que los acuerdos de mediano y largo plazo son centrales para dar una respuesta sólida, duradera y expeditiva al problema de la inflación. De otra manera, a fin de cuentas el que más sufre es el pueblo argentino.